Podrías ser túUn niño cualquiera que, sin embargo, no ha nacido en un país cualquiera. Lo ha hecho en Burkina Faso, uno de los 10 países más pobres del mundo.
Puede que tenga 10 años. Puede que más o puede que menos. No sabemos cómo se llama. Solo con su mirada nos puede decir muchas más cosas que otros durante discursos interminables. Puede que nos esté diciendo, sin decirlo, lo injusto que es nacer en Burkina Faso y no en España, Francia o Alemania. Lo injusto que es no poder aspirar más que a llegar al final del día y con suerte, haberse echado algo a la boca. Lo injusto que es tener que renunciar a un derecho fundamental, la infancia. Seguramente vaya descalzo. Es una imagen que se repite a cada momento en todos los niños, en todas las niñas. Andan descalzos. No importa que en su camino tropiecen con piedras o charcos. Ellos aprenden, rápido, que no serán esos los verdaderos obstáculos a los que se tendrán que enfrentar. Serán el hambre, la malaria, la falta de recursos básicos como el agua...Y uno recuerda a Thomas Sankara, el hombre que bautizó a la antigua República del Alto Volta como Burkina Faso. En castellano, el país de los hombres íntegros. El 29 de julio de 1987, Sankara, presidente del país entre 1983 y 1987, dijo durante un discurso en la Organización para la Unión Africana: "La deuda es el neocolonialismo o los colonialistas transformados en asistentes técnicos. No podemos pagar la deuda porque, al contrario, nos deben lo que las mayores riquezas nunca podrán pagar, esto es, la deuda de sangre"
Ampliar informaciónAyoubaResponsable del Comité de Gestión del Campo de Refugiados de Ferrerio
"Aquí todo el mundo está enfermo de malaria", afirma Ayouba Ag Alwaly. Reclama productos de primera necesidad como la leche o condimentos para cocinar como sal o azúcar. Cuenta que los más pequeños padecen diarreas. Advierte que, por el momento, la tasa de mortalidad en el campo es baja. "Por el momento". Como él, más de 20.000 refugiados malienses han llegado desde principios de este año a esta zona del Sahel burkinabé, a unos 50 kilómetros de la frontera con Malí. La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) calcula que un cuarto de millón de personas han huido del país en los últimos meses a causa de los combates entre las fuerzas del gobierno, los rebeldes tuareg y varios grupos armados. En Burkina Faso, el país de la región que más refugiados acoge, se estima que podría haber más de 100.000, el equivalente a unas 16.000 familias. Dentro de Mali habría otras 174.000 personas desplazadas.
Ampliar informaciónAishatu y Reinatou Madre e hija forman parte del paisaje de este campo de semillas mejoradas en la provincia de Yagha (Sahel burkinabé), donde se trabaja desde las 8 de la mañana hasta las 16 horas.
Cultivar semillas mejoradas que luego darán tomates, lechugas o patatas. Es decir, alimentos básicos que permitirán, en caso de que haya una mala cosecha de cereales, poder sobrevivir e incluso, servir de moneda de cambio para conseguir otros bienes de primera necesidad. Es el día a día de Aishatu. Tiene 37 años y cinco hijos. La pequeña, Reinatou, de 10 meses, es su sombra y lo seguirá siendo hasta que eche andar. Con ella camina los 2,5 kilómetros que separan su casa de este campo en el que trabajan casi un centenar de hombres y mujeres. Tarda más de dos horas en recorrer esa distancia y antes y sobre las 5 de la madrugada, ya ha dejado preparado el desayuno para el resto de sus hijos. Su trabajo forma parte de un proyecto de Seguridad Alimentaria que Cruz Roja ha puesto en marcha para prevenir los efectos de las crisis alimentarias.
Ampliar informaciónMadame Zocadilla Presidenta de la Agrupación de Mujeres del campo de Boumboum, en Sebba (Sahel burkinabé).
Lleva puesto un vestido con imágenes de Chantal Compaoré, la mujer del presidente de Burkina Faso, Blaise Copaoré, más de veinte años en el poder. No es una excepción. Muchas mujeres utilizan telas estampadas con sus rostros. Madame Zocadilla está al frente del huerto de Boumboum. Lo forman 77 mujeres. Solo mujeres. "Trabajan mejor que los hombres", dice convencida. Hace dos años Cruz Roja apareció en la vida de todas ellas. Se dedicaban al cultivo de la tierra desde 1997, pero no fue hasta entonces cuando descubrieron, a través de un proyecto de Seguridad Alimentaria, que su trabajo podía ser mucho más efectivo. Desde entonces están mejor preparadas para hacer frente a una crisis alimentaria. "Las lechugas no han funcionado bien", explica, "pero sí las cebollas, coles, pimientos o tomates". Reconoce que "no es suficiente" para que todas puedan vivir, pero no se queja. Recuerda que su calidad de vida ha mejorado. Ahora sabe que dispone de verduras durante todo el año funcione o no funcione la cosecha de cereales. Un pequeño depósito para almacenar agua, entre otros, lo ha hecho posible.
Ampliar informaciónBadini Sommaila Director provincial de Agricultura e Infraestructuras Hidráulicas en Yagha.
Badini le pone cara a la parte más técnica del proyecto de Seguridad Alimentaria que la Cruz Roja española desarrolla en la provincia de Yagha, en el Sahel burkinabé. Su trabajo consiste en explicar a las más de 400 familias que se benefician del programa cómo, cuándo y por qué deben hacer las cosas. En la foto, le explica a Lorena Auladell, delegada de CRE en Burkina Faso, eso de que "nunca llueve a gusto de todos". En 2010 hubo inundaciones, en 2011 tuvo lugar la peor sequía en 60 años y en 2012, las precipitaciones están cayendo de forma desigual. En el huerto de Yaali, en el que trabajan 23 mujeres y dos hombres, se ha perdido toda la cosecha. Chargou Arjuma, la responsable del grupo, dice que la única salida es volver a sembrar semillas y esperar a que esta vez la lluvia caiga en su justa medida. Agradece la puesta en marcha del proyecto. Asegura que les ha devuelto "la dignidad", porque ahora pueden "afrontar los gastos del día a día". Pone un ejemplo, comprar jabón para lavarse.
Ampliar informaciónObama en Bortore Proyecto WASH de Agua, Saneamiento e Higiene -por sus siglas en inglés- en las cuatro provincias del Sahel burkinabé.
"Obama. Change. We can believe it". Así reza el mensaje de la camiseta que lleva la protagonista anónima de esta foto. Probablemente no sepa que Barack Obama es uno de los hombres más poderosos del mundo. Probablemente el presidente de EE.UU. no sepa dónde está Bortore, el pequeño poblado de la provincia de Séno donde ella vive. Pero hay un mensaje, el inscrito en esa camiseta: Cambio. Podemos creer en él. Uno y otro lo comparten: creer en la puesta en marcha de un proyecto para que las cosas cambien. Ese es en parte, el objetivo del proyecto WASH que Cruz Roja prevé desarrollar en todo el Sahel burkinabé, también en Bortore. Un proyecto para mejorar el bienestar de sus habitantes a través del agua. Se construirán más de 30 pozos, se rehabilitarán otros 12 y se instalarán 5.872 letrinas. Casi 6.000 familias beneficiadas, más de 20.000 personas. La puesta en marcha de esas infraestructuras vendrá acompañada de un proceso de sensibilización. "No basta con disponer de agua en condiciones. Los beneficiarios deberán aprender hábitos de higiene", recuerda Lorena Auladell, la responsable del proyecto.
Ampliar informaciónZacharie y Lucienne Tía y sobrino forman parte de un Programa de protección y reinserción de menores vulnerables a la trata y explotación infantil
Su padre murió y de su madre no sabe nada. Zacharie, 15 años, vive con su tío paterno, su tía Lucienne y sus tres primos de 4, 7 y 12 años, respectivamente. Estudia en la escuela privada, en la provincia de Kadiogo, en el sur de Burkina Faso. Es una zona donde los más pequeños son más vulnerables a la trata y explotación infantil. En su día, Zacharie fue uno de los miles de niños que las autoridades burkinabés interceptan en las proximidades de las fronteras con Costa de Marfil o Ghana para ser explotados en las plantaciones de cacao o en el caso de las niñas, para el servicio doméstico e incluso, ejercer la prostitución. La pobreza es una de las causas directas de este fenómeno que Cruz Roja trata de combatir a través de un programa puesto en marcha en 2006 en Burkina Faso, Níger y Togo. Para prevenirlo, se han puesto en marcha, entre otros, actividades generadoras de ingresos. Gracias a esta iniciativa, Lucienne produce "dolo", una bebida alcohólica parecida a la cerveza. Mientras, Zacharie puede ir al colegio. Los ingresos no son suficientes para cubrir todos los gastos familiares, pero sí para que Zacharie vaya al colegio. Aún no sabe lo que quiere ser de mayor, afirma, pero tiene claro que quiere ir a la Universidad.
Ampliar informaciónPatrice y Moussa Patrice aprende mecánica en el taller de Moussa. Es otro ejemplo de cómo hacer frente a la explotación infantil y trata de niños en África occidental.
Patrice pedalea 40 kilómetros todos los días. Veinte de ida y veinte de vuelta. Es la distancia que separa su casa del taller mecánico donde Moussa, su patrón, le enseña por ejemplo, cómo arreglar un vehículo. "No ha fallado ni un solo día", explica orgulloso Moussa. Lo hace desde 2007. Entonces tenía 15 años y fue rescatado de un futuro incierto. Un grupo organizado de los que opera en la zona, en la provincia de Houet, en el sur de Burkina Faso, pretendía llevárselo hasta Costa de Marfil para explotarlo. Cuando le preguntaron qué quería ser, respondió que mecánico. Patrice admite que nunca pensó en tener una formación y añade: "Hoy puedo decir que cada día que vengo aquí es una nueva oportunidad de aprender". Cruz Roja se ha encargado durante todo este tiempo de sufragar los gastos de su educación. Ahora, le dará una pequeña ayuda económica para que ponga en marcha su propio taller. Él debe comprometerse a ayudar al menos, a otros tres jóvenes que, como él en su momento, atraviesen una situación de vulnerabilidad. Él asiente. No lo duda, lo hará.
Ampliar informaciónKaramoko, Soulemane y AliRefugiados malienses en Bobo-Diolasso, en el sur de Burkina Faso
Juegan a fútbol como lo harían en su país, en Mali. Pero desde febrero Karamoko, Soulemane y Ali lo hacen en el campo de fútbol de Bobo-Diolasso, en el sur de Burkina Faso, a cientos de kilómetros de sus casas. El golpe de Estado en la tierra que les vio nacer les ha convertido en refugiados cuando ninguno ha cumplido los 16 años. Forman parte de las 100 familias instaladas en una pequeña parcela ubicada frente al recinto deportivo. Sus sonrisas esconden una realidad que se agrava cada día. Los m´s mayores del lugar hacen un llamamiento a la comunidad internacional: "Que no nos olviden". El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y algunas ONG de la zona se encargan de ellos. También la solidaridad de los vecinos de la zona. Se quejan de que la ayuda oficial solo les llega para 10 kilos de arroz por familia al mes. Sin embargo, lo peor parece está por llegar. ACNUR solo cuenta con el 20% de los 124 millones de euros que necesita para atender a los 249.000 refugiados que se encuentran en Burkina Faso, Mauritania o Níger.
Ampliar informaciónAhmed y Moctar Refugiados malienses en Bobo-Diolasso, en el sur de Burkina Faso
Sociólogo uno, economista el otro. Ahmed y Moctar, 26 y 30 años, respectivamente, se quedaron de repente sin nada. Son refugiados malienses en el campo de Bobo-Diolasso. Conviven con 100 familias que desde principios de año se vieron obligados a abandonar su país. Sin casa, sin trabajo... la frustración de ambos es ‘total’. Al principio, pensaron que podrían regresar a Malí en un corto plazo de tiempo, ahora saben que el conflicto “se prolongará”. “No hay un líer para negociar”, advierten. Cuando todo ocurrió Ahmed estudiaba un Máster en Gesti&oacut;n de Recursos Humanos. Paradojas de la vida, relata resignado, “ahora dependo de los recursos humanos de otros”. Moctar había optado por un Máster en Economía. Los dos habían ahorrado para pagar el millón y medio de francos CFA que valí:a cada máster, unos 2.300 euros. Ahora solo reclaman poder trabajar y ganarse la vida. “No queremos estar sin hacer nada”, lamentan.
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