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Ser anfitrión no es sinónimo de éxito
Los pitos al presidente de Brasil, Michel Temer, en la ceremonia de inauguración anticipaban una tendencia al abucheo en los lugares de competición que incluso han enervado al presidente del COI. El caos en el transporte, las infraestructuras sin terminar o los estadios vacíos en la primera semana muestran que el optimismo o la riqueza generada para un país y una ciudad por unos juegos olímpicos ya no es lo que era. Brasil afronta las paraolimpiadas sin apenas fondos y se encuentra en una situación económica frágil empeorada aún más por instalaciones olímpicas para las que aún no hay un plan B. A partir de Río 2016, muchos países emergentes se pensarán dos veces embarcarse en el arduo proceso de selección para albergar unos juegos de verano.