Conocida por ser un famoso destino turístico, Ciudad del Cabo puede quedarse sin agua debido, además de a la mayor sequía de su historia, a la rápida urbanización y al crecimiento demográfico, generará desabastecimiento en los próximos años.
Desde 1995, la población creció un 79%, de 2,4 millones a 4,3 millones en el 2018.
Otro factor importante es el aumento sin precedentes del dióxido de carbono en nuestra atmósfera, que genera un aumento de temperatura global e incrementa la duración de los periodos de sequía.
Los sudafricanos además de mirar al cielo, miran a los despachos. La falta de inversión pública, derivada de la corrupción política y de la falta de control en los asentamientos informales ha provocado esta situación de no retorno.
Además de las medidas ciudadanas, a este retorno también ha contribuido la restricción de agua dedicada a la agricultura de regadío en la zona. Ahora la ciudad sudafricana se prepara para diversificar sus fuentes de cara al futuro y no ser tan dependiente del actual sistema de presas. Se están impulsando plantas de desalinización para hacer que el agua del mar sea potable, proyectos de extracción de agua subterránea y programas de reciclaje de agua.
Tampoco han faltado soluciones descabelladas, como la de transportar hasta un iceberg de 100 millones de toneladas desde el océano Antártico hasta cerca de Ciudad del Cabo. Un iceberg de este tamaño podría suministrar suficiente agua para una tercera parte de los residentes de la capital sudafricana durante todo un año. No obstante, la idea fue descartada por las autoridades locales.