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¿Cómo empezó todo?
El origen de esta idea se remonta a hace casi dos siglos y medio, cuando en 1784 Benjamin Franklin, entonces embajador en Francia de los recién nacidos EE.UU., envió una carta al diario 'Le Journal' de París proponiendo medidas para el ahorro energético. La consideración de estas sugerencias derivó con el tiempo en el ajuste de horarios invernal y veraniego para aprovechar mejor la luz solar. Fue la optimización del transporte ferroviario los que precipitó la legislación al respecto, pero hasta la Primera Guerra Mundial, para ahorrar carbón, no se decidió sistematizar ampliamente esta práctica.
Cuando cada pueblo tenía su hora
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¿España tuvo siempre un horario común?
No. Hasta el siglo XIX cada localidad ajustaba los relojes de los campanarios o ayuntamientos, los personales eran muy caros, según la hora solar. Esto hacía que cada ciudad tuviese su propio huso horario acorde a su meridiano. Así, entre dos regiones alejadas, Valencia y Madrid por ejemplo, podía haber una diferencia de hasta media hora. Por fin, el 1 de enero de 1901 se hizo oficial un horario común para todo el país.
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¿Cómo y cuándo se aprobará la supresión del cambio en la UE?
Solo la Comisión Europea (CE) puede proponer directivas o reglamentos vinculantes. Es lo que ha ocurrido con la consulta sobre el cambio horario. Ni los Estados ni el Parlamento Europeo tienen ese poder. Primero, la CE escucha opiniones de toda Europa. En esta caso ha sido una encuesta en la que el 84% de los ciudadanos europeos han aprobado la supresión del horario de invierno. Después de escuchar a todas las partes, el organismo presenta su proyecto. Es el comienzo de un largo proceso legislativo que suele abarcar 12-18 meses.
El proyecto se envía al Consejo, que representa a los Estados, y al Parlamento Europeo, que representa a los ciudadanos. En el 80% de los casos, ambas instituciones gozan del mismo poder. Esto recibe el nombre de procedimiento legislativo ordinario. La UE puede legislar en materias como medio ambiente, agricultura, protección del consumidor y transporte, por ejemplo. No obstante, el portavoz comunitario Alexander Winterstein dejó claro que imponer un horario en un Estado miembro "será siempre una competencia nacional".
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¿Cambiar la hora ahorra energía?
Cambiar o no la hora ha suscitado un debate intenso. En Europa, se empezó a hacer en 1974 con la crisis del petróleo, se convirtió en directiva comunitaria obligatoria en 1981 y desde 2001 se aplica con carácter indefinido. El ahorro anual estimado para España es de un 5% del consumo eléctrico, unos 300 millones de euros, seis euros por hogar, un resultado insuficiente incluso para aquellos que defienden esta medida.
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¿Hay otras ventajas e inconvenientes?
El principal argumento que siempre se esgrime a favor del cambio de horario invierno-verano es el ahorro energético, pero existen varios otros campos a los que esta medida afecta y sobre los que la Comisión Europea ha encargado distintos estudios.
Salud
Se suele considerar que el horario de verano es beneficioso porque aumenta las actividades al aire libre, pero según estudios cronobiológicos, su impacto en los biorritmos humanos podría provocar malestar, alteraciones en el sueño, riesgo cardiovascular e incluso depresión.
Seguridad vial
No se han encontrado pruebas concluyentes de la relación entre horario de verano y accidentes de tráfico. La seguridad que podría lograrse con más horas de luz solar por la tarde podría ser contrarrestada por mayor somnolencia de los conductores a primera hora de la mañana.
Agricultura
Los informes de la Comisión Europea señalan que la evolución tecnológica (iluminación artificial, automatización...) parece haber disipado los recelos de los ganaderos con respecto al cambio de hora, pues se decía que alteraba los biorritmos animales y las rutinas de ordeño.
Mercado interior
La importancia de que exista una directiva de la UE que unifique los cambios de hora radica en que la descoordinación entre los Estados miembros provocaría un aumento de costes en el comercio transfronterizo y tendría inconvenientes para el transporte o las comunicaciones.